(19:25
hrs) Y el bus se echó a perder...
No
sólo esperamos ocho horas a que el “progreso” de China continuara creando
carreteras, sino que, ahora, a oscuras, estamos aparcados en esta carretera a
medio hacer, al lado de un río bravo y con camiones pasándonos. Es como de no
creer; pero es lo que sucede en viajes como éste y, a veces, el día de mi
cumpleaños.
En
fin, nadie me espera en Chengdu, y entonces me puedo reír.
Inte
ntar hacer funcionar la batería del bus le juega en contra, pues cada vez tiene
menos energía. ¿Qué sucederá?, ni idea... Habrá cosas más importantes en la
vida de las que preocuparse.
Recibir
un correo electrónico de mi amigo Brendan, que conocí en Cambodia, diciendo que
regresaría rápidamente de Vietnam a Cambodia, para volver a disfrutar de
aquella gente tan espectacular que, como yo, no encontró en Vietnam; me dio
envidia, o mejor dicho nostalgia. Siento que debí haber ido para allá también
al final de mi viaje, seguir a donde estuve más feliz. Porque China es
bueno; pero la barrera del idioma y el que el país sea tan grande y con tanta
gente, lo hace impersonal; el nivel de contrucción que hay en todos lados me
pone distante del ser humano, me hace querer continuar sólo por las bellezas
naturales y por ver lo antiguo. Extraño al Sudeste Asiático; algún día
regresaré para disfrutarlo más calmadamente, para pasar varios días en un mismo
lugar disfrutando a la gente.
Y
el bus encendió, ¡aleluya!, no sé cómo... pero quiere morir otra vez, y aún no
parte... ¡Partió! (19:47 hrs)
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