Los Camboyanos son gente maravillosa. Mientras más al sur me voy, más veo el pais y más me gusta.
Kampot es una ciudad con influencia francesa, con mucho edificio colonial bonito; pero, y aun cuando hay mucho extranjero que se ha venido a vivir a estos lados porque les gusta, para mí tiene demasiada basura en las calles, sobre todo en el mercado. Tiene, sin embargo, un río bonito y sin duda un potencial enorme, sobre todo la de su gente que es muy encantadora, y con un clima más agradable (templado) que el del centro del país, por estar en la costa.
Desde la capital, Phenom Penh, me fui en un bus local, por tres horas, hacia el sur, a Kampot. No me pregunten porqué, sólo decidí ir para allá. Y otra vez viví el fanatismo del karaoke chillón en el bus y de una pelicula, Rambo. Nunca vi Rambo en mi vida, ni ahora fue la excepción; pero me di cuenta que está inspirada en masacres burmanas, lo que no me pareció muy apropiado de mostrar dada la historia que Camboya ha tenido, aunque una vez más la gente lo disfruta todo. Yo creo que el nivel de ingeniudad en esta poblacion es enorme; a veces, las peliculas “cómicas” que para mí son sólo para niños, son gozadas por toda la audiencia; les encanta incluir a homosexuales y hacer burla de todo; esto sobre todo en Tailandia.
En Kampot tomé un tur para visitar el parque nacional Bokor, que de nacional no sé qué tiene porque es privado. Tiene un camino que asciende una montaña y que simplemente sorprende porque su instalación es lejos mejor que cualquier otro camino en el pais. Con financiamiento chino, luego de haber sacado todas las minas, están arreglado el lugar para construir un hotel tremendo con 400 habitaciones... ¡qué locura!
Bueno, ir al parque era, para mí, una forma de ver la fauna nacional. Supuestamente aún habitan tigres, serpientes y elefantes en el sector, y aunque no esperé ver a ninguno de estos, no vimos más que a un pájaro enorme. Los gibones se oían gritar y las cigaras cantar mientras subimos durante una hora y media un trayecto boscoso, acompanñados por un tipo ametrallado en caso de que apareciera alguna “bestia”, y por el guía. El guía era experto en selva e historia; escapó al Khmer Rough durante el régimen, debiendo vivir a escondidas en la selva por dos años; su familia fue asesinada y más tarde se unió al ejército vietnamita hasta que “las cosas” se tornaron mejores cuando las naciones unidas se metió en “el embrollo”. Por cierto el tur se tornó más bien cultural que natural. Una vez en la cima, y con un clima lluvioso típico de altura y con neblina densa, visitamos un casino del año 1925 y la antigua localidad circundante, todo en estado calamitoso; creada por los franceses como centro vacacional para gente rica, por su clima frío, terminó siendo zona de prisión y tortura... detalle que el guía esperaba con ansias contar. Esto me recordó nuestra historia cineasta, en que toda película solía recaer en el mismo tema político que no vale la pena mencionar; aunque quizás para sanar la mente.
De regreso a Kampot, fuimos en bote por el río a ver el atarceder. Muy bonito. Y otra vez conocí a mucho turista simpático, entre ellos a un irlandés, Brandon, y a una pareja de españoles adultos con quienes “mi lengua” no paró de hablar.
Y nada más de mi interés en Kampot. Decidí partir a la playa, al oeste, a Sihanokville, cuyo nombre es el del rey actual.
No para de impresionarme la vestimenta de las camboyanas, que no es precisamente la que un chileno imaginaría. Un gran número de mujeres viste pijamas en todo lugar: en la playa, en la ciudad, en el bus; visten de esos pijamas de conjunto de algodon grueso, de pierna y manga larga, de colores llamativos y estampados con caricaturas.
Al llegar a Sihanokville estaba lloviendo; ¡fabuloso!. Por fin en la playa después de más de un mes y ¡está lloviendo! Me fui a mi habitacion de sólo US$3 y baño privado, aunque nada muy “pituca”, a leer mi libro camboyano “First they kill my father”. ¡Qué bueno el libro!, un poco macabro pero muy bueno, escrito por una mujer que describe su pesadilla vivida durante su niñez y el Khmer Rough.
A las 13 horas la lluvia paró y el sol salió. Sihanokville no es el paraíso que decían; pese a ser una ciudad a donde el turista viene por las playas y sol, el “desarrollo” la tiene sin identidad y extremadamente sucia con escombros de las construcciones. Espero lo arreglen con el tiempo. Las fiestas nocturanas están “a la orden del dia”, con extranjeros erradicados distribullendo panfletos mientras los comboyanos se encargan de los puestos a lo largo de la costa, en donde uno puede usar sus reposeras con cojines muy cómodos por la compra de cualquiera de sus tragos o comida. Las mujeres y niños pasean por la playa vendiendo pulseras y ofreciendo masajes y ¡depilación! Con la insistencia que los caracteriza, te preguntan si quieres masaje; si la respuesta es negativa te anuncian que regresarán para preguntar otra vez, y que de desearlo debes hacerlo con ellos y no con otros, y entonces te tocan la pierna y te dicen que necesitas depilación... ¡qué irrespetuosas! Pero su sistema de depilación es fabuloso; toman un hilo al rededor de los dedos de ambas manos y dejan otro sujero con la boca, mientras abren y cierran los dedos como cortando con tijera para que el hilo se cruce y gire entre las manos.
Como la playa principal no tenía nada de bonita, estaba con mucha gente y sin arena blanca, hoy, en mi segundo día, arrendé una “moto taxi” que me llevó hasta la playa “Otre”, que si bien no era blanca como la guía mencionaba, fue muy agradable, con muy poca gente y espaciosa. Esto fue nuevamente a partir de las 14 horas, pues en la mañana otra vez llovió.
Ayer en la tade y noche me encontré con Brandon y con todo el grupo de turistas que conocí en Phenom Penh: Gavin, Adrian, Andres y otros más. Eso fue una sorpresa muy bonita. Querían ir ¡al casino!, así que fuimos luego de comer bichos; yo probé serpiente frita (gusto a pescado) y larvas de insecto (textura blanda, nada de rica). Y en la noche fuimos a un local de baile en que no me quedé más que dos minutos porque no me gustó... me fuí a dormir.
Mañana es mi último día en Camboya. Espero esté asoleado para ponerle a mi cuerpo el bronceado que ha desaparecido casi completamente, para luego tomar un bus nocturno hasta Ho Chi Ming City. A la isla vietnamita famosa Phu Quok, ex camboyana, que queda en frente, no voy porque es muy caro el trayecto y no me queda mucho tiempo.
Aún estoy pensando qué hacer luego de China; si seguir mi plan de ir a Nepal y luego al norte de India, todo muy rápido en tres a cuatro semanas, o desviarme y visitar Taiwan y Filipinas, que si bien es una opción menos tentadora me permite abarcar más tranquila y mejor el sudeste asiático y tener playas al final de mi viaje, que de lo contrario no habré tomado sol en los últimos dos meses y medio. Para que sea mas interactivo, a modo de “reality show”, porque esto es “en vivo”, quisiera sus comentarios respecto de “¿a dónde debería ir Antonia?”.
Muchos cariños a todos y en especial para mi abuela, para que se recupere del resfriado.
Antonia