23 de junio de 2010

Desde Yogyakarta (2), Java, Indonesia

Ayer martes caminé y caminé por Yogyakarta. Temprano fui al correo para enviar algunas cosas a Chile, pero no pude hacerlo porque primero era “enfermo de caro” y luego porque para enviar por barco el envío debe pesar mínimo 3 kg, que no era mi caso; entonces mandé unas postales. Luego fui al mercado, que era un lugar enorme con “de todo”, con “la vida completa sucediendo” dentro; compré galletas (6.000rp) y una blusa “apropiada” para el mundo musulmán de Java y Malasia (45.000 rp); había comida, especias, metales, ropa, ¡batik!... absolutamente de todo. También volví a Taman Sari, al “palacio del agua” del Sultán, y visité la villa que lo rodea donde conversé con un señor que me había mostrado la vez anterior cómo hacer batik y muñecos javaneses. Y seguí caminando… pero hice un descanso tomando un coco enorme (7.000rp) porque estaba muy sedienta, y conversando con el chico que los vendía; luego me encontré con otro tipo a quien conocí antes y con quien conversé un poquito más, y así, hasta que dieron las 16 horas. Me duché, descansé, y al salir a comer me topé con mis dos vecinas de pieza que también están viajando solas, de Australia y Japón; fuimos juntas a cenar y luego, junto a un alemán del mismo hostal, fuimos todos a ver al “Wayang”, la presentación de muñecos javaneses (23.000rp). 
Los Wayang son muñecos planos de cuero de buey curtido, trabajados meticulosamente con gubias hechas de restos de ruedas; están llenos de hoyitos, pintados de colores e insertos en un palo desde donde se manipulan. La presentación de los muñecos... ¿recuerdan al teatro japonés NO?... es así de “emocionante”. Yo pensé que el comentario de la guía turística, de “lleve su almohada”, era por los asientos duros; pero no, era porque más aburrido imposible. Después de 10 minutos ya no sabía cómo aguantaría dos horas; pero se podía caminar alrededor de la presentación, pues consistía en un escenario central con un grupo de músicos tocando instrumentos extraños y un telón con los muñecos puestos a los costados, insertos en un palo de plátano (porque es blando y se pueden pinchar y sacar fácilmente). El artista principal se pone con los muñecos mirando al telón, con una luz detrás; allí “canta”, hace ruidos y mueve los muñecos. El “canto” es peor que el de la mezquita; los ruidos del pie contra un cajón de madera marcan los movimientos de los muñecos y la música no tiene ningún ritmo ni armonía. 
Pero el escenario es bonito. Por el otro lado del telón blanco se ve el reflejo negro de los muñecos; es bello, pero ¡mierda!, qué lento e inentendible. Si no se tiene el folleto con la historia no se entiende nada, y ¡la historia!... sumamente aburrida. Sabíamos que uno de los protagonistas moría al final, así que esperamos el ansiado desenlace, que para entonces ya no estaban las 20 personas del comienzo. Bueno, fue gracioso e interesante a la vez; fue bueno.

Hoy desayune comida de cena a las afueras del mercado, como aquí se hace; sobre un canastito colocan una hoja de plátano a modo de plato, y sobre ésta la comida. Yo pedí fideos con vegetales (8.000rp), algo picantes y ácidos debido a un vegetal que creo es una hoja joven de un tubérculo… súper rico, y unos rollitos tipo primavera; y compré naranja y salak, el fruto café con piel de reptil que me encanta y aquí en Java es más barato que en Bali (6.000rp).
Y, finalmente, fui al palacio del Sultán (14.500rp). No tenía nada de espectacular, fue algo aburrido; pero es relucientemente limpio y después de todo es la atracción de la ciudad y del propio Sultán. El palacio es, primero, la casa del Sultán y el palacio de gobierno, y luego un sitio turístico; por ello, los horarios de visita son tempranos.
En la noche fui con el alemán que se hospeda en mi hostal, sentada en la barra trasera de su bicicleta de viaje amarilla, hasta una calle angosta donde los jóvenes indonesios van a socializar; allí se sientan sobre el piso a lo largo de la vereda, frente a varios puestos pequeños donde hacen bebestibles y comida rápida (brochetas de pollo con salsa de maní y bolitas fritas de varias cosas, saladas y dulces). Para beber, lo típico es el té caliente con limón y hielo, o café; entre los café está la especialidad “café con carbón”, que se hace metiendo al café, previamente preparado, una braza roja que se ennegrece y deja al café humeando mientras se enfría... no lo probé.
Ahora estoy planeando qué hacer. Pensé partir de aquí mañana en la mañana; pero el tren a donde podría ir no sale sino hasta las 20:00 horas, y como no lo sabía para haber hecho hoy el “check out”, mañana “nada que hacer”... comer será. Iré unos dos días, o menos, a algún lugar antes de llegar a Jacarta para mi vuelo del lunes a Kuching, Borneo.
Que estén bien.
Antonia