Hola, hola. Aún en Kuching. “Qué mala pata”, no pude
ir al parque nacional Mulu ubicado en el centro de Borneo, que es supuestamente
lo mejor de Borneo. Entre que los europeos lo están repletando todo y justo en
estos días hay un grupo internacional llamado “‘Hash” que está saturado lo restante,
excluí mi segunda parada de Borneo por falta de alojamiento. En fin…
Efectivamente, Kuching es bastante más occidentalizado
que Indonesia; pero tiene mucha más mezcla cultural que se refleja, entre
otros, en las construcciones. La mayoría de las personas de Sarawak (31%) pertenece
a la etnia Ibán (como la familia que conocí), el 27% a chinos, el 23% a malayos
y el restos a otras etnias. Originalmente y aún algunas etnias viven en las
“longhouse” y usan sus vestimentas y costumbres particulares. La religión
oficial de Malasia es el Islam.
Así es como en Kuching hay “mil y una” construcción
diferente: templo chino, mezquita, edificio de estacionamiento pintado
multicolor tipo jardín infantil, cultura occidental “moderna”, barrio chino,
calle india, hotel Hilton, mercados de comida malaya, McDonald’s...
Aquí, a diferencia de en Indonesia, hay césped por
todos lados, y bien cortado a máquina (supongo que refleja la dominación
inglesa)... cuando en Indonesia el pasto era cortado ¡a mano!, con cuchillo o
una hoz de rodillas en el piso.
Pero aquí, entre la “modernidad”, muchos advierten que
tenga cuidado con mi bolso de mano, porque suelen robar. Por eso, ahora lo llevo cruzado.
La ciudad tiene medio millón de habitantes; pero como
es bastante plana no se ve mucho más allá del centro que no es muy grande; pero
se extiende. La familia Ibán que conocí vive a 45 minutos del centro, y Hazel,
el contacto que tenía antes de venir, a 50 minutos.
Bueno, el miércoles, al día siguiente de la visita a
la longhouse y a los orangutanes, partí al parque Bako (10 RM)... ¡¡bello!! Era
un lugar para alojarse y tomarse más tiempo del que yo dispuse por el día. Tomé
un bus púbico del centro de Kuching (2 RM) que iba con harto turista, para
luego reunirme con un grupo de turistas para compartir el costo del bote hasta
el parque (9 RM por persona).
No puedo expresar lo bello que es el parque Bako, ni
con las fotos; estaba lleno de vegetación. Escogí los senderos para mi
caminata, uno de 5,3 km y otro de 800 metros.
Decía que tardaría unas cinco horas caminando, así que
me apresuré para no regresar antes de que el último bote de regreso se fuera;
pero sólo me demoré tres horas. Harta raíz, escalinatas y triquiñuela, pero
bien entretenido, sobre todo porque, aparte del primer tramo, no había mucha
subida que es lo que a mí “me liquida”. El trayecto corto tenía vegetación
espesa que finalizaba en una playa preciosa; el segundo ascendía hasta la parte
más alta donde estaba erosionado y por ello poco denso, con arena y roca desnuda
en varias partes. Definitivamente los monos de los que hablaban no estaban
allí... y casi tampoco vi gente.
De animales, sólo vi hormigas gigantes, otro millar
pequeñas en fila, un matapiojos rojo-anaranjado furioso, un caracol bien
lindo... y una culebra que se cruzó en el sendero rápidamente. Cuando volví a
la reserva, estaban ¡los monos! Eran los animales más extraños que jamás vi, los
"monos de nariz larga" (llamados proboscic, en inglés), que tienen
una nariz gigante y colgante, los pies grandes, las piernas largas y una cola
aún más larga... parecen humanos con disfraz.
Hasta que al atardecer salí del parque Bako en el bote,
donde conocí a unas parejas de polacos y checos; los checos me invitaron a
compartir su taxi… “qué agradable”, me dije; pero el “maldito” aire
acondicionado del taxi hizo que ahora tenga mi garganta adolorida. Desde
entonces he estado cansada, ayer y hoy, pero aun así caminando por la ciudad.
Ayer crucé en bote el río central de Kuching (2 RM) para
ver el Fuerte Margherita y la tal “biblioteca musulmana” que mi amiga Yen me indicó
era aquel edificio estrambótico y enorme... “tengo que ir”, me dije. Pero
resultó no ser nada eso; era un edificio de gobierno al que no pude entrar.
Anoche, por fin, me junté con Hazel y un amigo de ella
que trabaja en turismo, quien me repitió y me repitió que si lo hubiese
contactado antes, me hubiese llevado a algunos tures por precios bajos, y que
incluso me hubiese podido mandar donde conocidos al parque Mulu... pero ya
había comprado mi pasaje a Kota Kinabalú (140 RM) para la mañana. Tuvimos, sin
embargo, una cena muy interesante en el barrio chino, y una pasada en auto por
la ciudad para ver donde debía caminar al día siguiente. A la entrada del barrio chino me saqué una
foto con el Gato famoso de la ciudad, que según lo que acontece viste algo
particular; ahora la bandera de la FIFA. Y es que Kuching significa gato, y yo
que creí que para los chinos era un símbolo especial.
Hoy crucé el río para ver el jardín de orquídeas...
¡qué flores más lindas! También fui a museos; el “muzium islam” que fue súper
interesante (para mí, al menos). Me encanta la arquitectura islámica, siempre
busco ver esto.
Y para que vean que yo no soy la única, mi compañera
polaca de cuarto ya lleva seis meses de viaje por Asia, y no pretende volver
sino hasta noviembre. Su plan de viaje inicial era ir desde India hasta Europa
pasando por el medio oriente; pero se “desvió” al sudeste asiático... porque la
entusiasmó. Y ya me dio unos datos mientras yo le di los de Indonesia.
¡Besos a todos!
Antonia.