29 de junio de 2010

Desde Kuching, Sarawak, Borneo, Malasia

Hola queridos.
Qué alivio dejar el paraíso del mosquito en Yakarta; pero qué pena dejar Indonesia, pues si bien Kuching es lindo, no tiene el mismo “aire”.
Temprano tomé un “khusus” (cochecito de tres ruedas a motor, 8.000rp) para alcanzar el bus de recorrido al aeropuerto (20.000rp) rumbo a Malasia.
Mi vuelo de Yakarta a Kuching (NZ$532, capital de Sarawak, el sur de Borneo malayo), hizo escala y cambio de avión en Kuala Lumpur (capital de Malasia, ubicada en la península). Con esto, no tuve que declarar en Kuching los corales que llevaba, pues la gente pensaba que había estado en Kuala Lumpur y no en Indonesia… ¡qué suerte!
En cada uno de los vuelos de Malaysia Airlines me dieron comida; pescado y luego pollo saté (con maní)... ¡qué rica la comida!; hasta me dieron chocolates que no había comido desde hace un mes.
Desde el aire, el rededor de Kuala Lumpur se veía tapizado con cultivos y palmeras; todo era verde, verde, verde, y se podían ver los “mil y un” hoteles lujosos en una costa color turquesa... bello. Luego, en el vuelo a Kuching, conversé con el señor sentado a mi lado, muy amable, quien me dio algunos datos. La vista del paisaje de Borneo era una verdadera maravilla; había bosques densos, naturales, con vegetación “que se caía” hasta el agua; montañas entre medio; y una luz preciosa.
El señor sentado a mi lado viajaba con su familia, que me presentó una vez en el aeropuerto cuando su hija llegó a recogerlos en auto. Fue así como me llevaron hasta el centro de Kuching; allí nos despedimos y dejamos el contacto del otro.
Kuching es una ciudad linda; lo malo es que ya conozco Valdivia, y me parecen ciudades similares; pero Kuching es tropical. Tiene un río, un paseo que lo bordea, un hotel grande y negocios. Tiene, además, influencia china e india, más católicos, menos musulmanes, caras con rasgos más asiáticos y tono de piel más blanco que el indonesio.
La ciudad, occidentalizada sin duda, tiene muchas villas con casas pareadas de población y edificios construidos en bloques. No tiene motos, sólo autos, y nada muy lujoso aunque pobreza tampoco. Me parece que la gente vive bien aquí, aunque no se ven las sonrisas incansables de los indonesios.
Me estoy quedando en un B&B; la primera noche dormí sola en una pieza, porque pedí una para mujeres y las compartidas tenían hombre y mujeres juntos. Pero desde hoy compartiré la pieza con otras chicas. El precio por la pieza compartida en Malasia (16 RM) es el mismo que el de una pieza para una persona sola en Indonesia, y los precios subirán más aún desde el primero de julio porque comienza la temporada alta... se vienen “en masa” los europeos de vacaciones... ¡diablos!
En fin, esta mañana quedé en llamar a Yen, la chica que ayer me llevó en auto desde el aeropuerto. Como dijo que me iría a buscar enseguida, y después de esperar una hora aún no llegaba, decidí partir por mi cuenta a explorar el centro de la ciudad. Para cuando volví al B&B ella y dos amigas aparecieron, así que tuve un tour completo en un día.
Yen y sus amigas me llevaron a visitar la “Long House” Annah Rais, de Padawan, una de las viviendas tradicionales de Borneo; si bien fue interesante, estaba lleno de basura y deteriorado pese a ser parte del turismo regional (32RM). Las “longhouses” corresponden a comunidades construidas en altura que contienen hasta 100 familias en habitaciones conectadas por un techo y plataforma exterior enorme, todo hecho de bambú.
Más tarde fuimos a ver ¡orangutanes! Ni sabía

que en esta parte de Borneo también los había; y si bien están en una reserva antigua, liberados, algunos regresan dos veces al día de visita a comer sus colaciones que les siguen dando. ¡Qué lindos!, ¡qué grandes!, ¡qué maravilla verlos en su ambiente natural! Luego fuimos a la playa, y terminamos cenando en la casa de la familia.
La familia resultó ser bastante humilde y muy amorosa; viven a 45 minutos del centro de Kuching, por eso Yen tardó tanto en pasar a buscarme. Para ellos, yo fui “la nota” del día, la invitada de orgullo. Cocinaron un sinfín de platos diferentes de verduras, mariscos, pollo y arroz; yo llevé algunas frutas que compré para el postre. Comimos alrededor de una mesita, sentados en el suelo, y nos sacamos fotos “como enfermos del cráneo”; así que no se sientan mal si me ven en facebook con mi “familia nueva”, que parecían no poder más de felicidad con mi presencia. También compartimos direcciones electrónicas entre todos. Y qué bueno que tenía algunos regalos de Chile que pude darles, porque me los agradecieron emocionados.
La nota final del día fue un jugo de “ciruela ácida” que tomé en un pub con Yen y Alexis, una de sus amigas; más que ácido estaba un poco salado para mi paladar... extraño.
Y eso. Sí mami, ya estoy un poco cansada; pero tengo que seguir porque sólo tengo 10 días aquí en Borneo. Cuando encuentre una buena playa paraíso me echaré y no me levantaré por un buen rato.

Cariños, Antonia.