29 de julio de 2010

Desde Ko Phi Phi, Suroeste, Tailandia

Welcome to Thailand! Sí, a Tailandia los pasajes, ¡qué expectación!... y Tailandia es un país más.
El “minibús” desde Penang, en Malasia, una maravilla; con tres asientos atrás para mi sola y muy cómoda. La pasada de la frontera muy sencilla, sólo unos timbres y la chilena obtuvo 90 días de estadía gratis.
El paisaje a la entrada sur del país se veía plano, con un verde brillante como Indonesia. Y es que a diferencia con Malasia, estos países tienen calles laterales sin pavimento en la carretera. Más rural. Tierra amarillenta a rojiza, y de vez en cuando rocas enormes escarpadas con vegetación, porque no son cerros redondeados... los "clifts".
Y ¡otro idioma más! y ahora ¡con escritura extraña! Es que no se si vale la pena aprender el idioma del país si uno salta de uno a otro. Me regalaron, en todo caso, un papel con frases cortas de uso común, muy “salvavida”.
Llegué a Hat Yai, en Tailandia; nada excitante desde el bus. Supuestamente es la ciudad con más peluqueros de Tailandia, pero yo diría con ¡más camionetas!; contando, calculé que un 60% de los vehículos son camionetas, y un 30% de éstas Toyota Hilux, como si las hubiesen regalado. Aquí, todo mezclado; autos, camionetas, motos, camiones. Muchas de las camionetas y furgones están adaptadas como medio transporte local.
A las tailandesas de Hat Yai creo haberlas visto en Penang, bajando desde buses con unas melenas enormes y con tenidas tenebrosas; tacones bien altos, pantalones ajustados con estampado tipo leopardo o fucsia furioso.
En Hat Yai tomé un bus a Krabi, porque no oí ninguna cosa especial del sur de esta ciudad; además, es zona de conflicto musulmán.
Es época de monzón en la costa oeste, por ello los parques nacionales en este lado, y algunas de las playas de ensueño, están cerradas desde mayo a noviembre.
Cuando llegué a Krabi estaba lloviendo. El transporte público que tomé, una camioneta con bancas a ambos lados y toldo en la parte trasera, hizo caber 12 personas. Las personas que iban en la orilla estaban mojadas, y mi mochila en el piso también un poco.
La pieza en Krabi, por el mismo precio del dormitorio compartido en Malasia, perfecta; para mi sola y bien bonita. Aquí en Tailandia, no importando el tipo de pieza, parecen dar toalla, así como en Indonesia desayuno.
Pero estaba lloviendo desde hace una semana, por un frente venido desde la China… y yo planeando ir a la isla paraíso de Ko Phi Phi, cerca de donde filmaron la película La Playa. De hecho, tenía pensado ir primero a la playa Rai Leh, y de ahí a Ko Phi Phi.

A la mañana siguiente, el martes, se veía la promesa de un tiempo mejor. Y no lo pensé dos veces; partí en busca de Ko Phi Phi.
Llegando a tomar el ferri a Ko Phi Phi, una nube negra que cubría todo el cielo estalló en lluvia, y yo camino al paraíso... El paraíso tenía un impuesto de entrada, a parte del ferri que de barato nada tenía. Luego un millar de personas y gente queriendo ayudarme sólo si quería ir a su contacto. Puse una bolsa de basura que llevaba sobre mi mochila y partí en busca del único dormitorio compartido de la isla que sabía que existía. Lo encontré, y vacío para mí, mientras la “muchedumbre” se había ido a la “full moon party” en la otra costa del país, la noche siguiente, una “mega” fiesta a la que a mí… “maní”.
En la tarde paró de llover y entonces fui a la playa a echarme como corresponde. El agua verde opaca, con las montañas escarpadas prometidas a cada lado. El agua más fresca que las de Malasia e Indonesia, pero perfecta para refrescarse y no enfriarse. Pero saben, no creo que esta maravilla mundial supere a estar en el sur de Chile, a una vista con volcán a la orilla de un lago de aguas cristalinas... ¡Panguipulli!... lo digo de verdad, si no fuese porque aquí el agua no congela los huesos.
Al día siguiente, ayer, el panorama era otro... ¡sol! De guata al sol todo el día, intercalándolo con algo de sombra bajo un árbol o palmera y cambiando de una costa (playa) a otra. Porque son dos las costas principales de esta isla, una con aguas mucho más azuladas y transparentes, pero con botes, y otra verde con mejor paisaje.

Ahora el paisaje está más bonito, no lo puedo negar. Debido a que la luna llena fue el 26, otra vez cuando viajé entre países (tercera vez lo mismo), la marea subió a tal punto que quedó con suerte dos metros de playa con arena al medio día; y para el atardecer la marea estaba tan baja que uno podía caminar unos 100 metros mar adentro. Yo me decía “¿no fue lo que sucedió para el maremoto de 2004?”, porque aquí es donde quedó “la grande” cuando la chilena desapareció de su luna de miel, ¿se acuerdan? Pero un tipo me dijo que para entonces había bajado la marea muchísimo más... ufff. Ahora hay señales de evacuación en caso de “tsunami”.

El atardecer de ayer fue una maravilla, uno de los más lindos que he visto, con un colorido y rocas que confirmaron lo de maravilla mundial de Ko Phi Phi. Pero este paraíso a parte de ser “pintoresco”, con callecitas angostas con locales, restaurantes y hospedajes, está muy lleno de gente, y basura hacia los cellos, y la playa más linda absolutamente atiborrada de botes (los típicos de aquí, llamados “longtail”, bien bonitos, de madera y con un ornamento de flores plásticas y cintas de colores en la punta (que es la cola o “tail”); pero también lleno de botes modernos. Y eso que por la “full moon party” en la costa este del sur de Tailandia, y estar en época de monzón, supuestamente no hay tanta gente como lo habitual.. ¡Qué pena!
 
Y de vuelta al paraíso de los mosquitos. Malasia sorprendente por la poca cantidad de mosquitos; lo que es aquí, otra vez “de miedo”. Mi pieza llena, sobre todo por la mañana y el atardecer... pero ahora yo y mi malla contra mosquito instalada en el camarote somos inseparables... ¡sí!
El “shopping”, hermana… te mueres con tanta ropa linda. Espero encontrar lo mismo en Bangkok, con precios mejores, para comprar mil y una cosas para mandar. ¡Ups! creo compré una polera con el mismo diseño que una que tienes tú… perdón; prometo ponérmela cuando no esté contigo. Eso sí, deben ser las mismas cosas que llegan a Chile, pero más variadas y baratas.
Otra cosa buena de este paraíso tailandés es que el bronceado de mi piel está bello. Nada de camarón rojo. No soy la mulata que uno sueña al venir a estos lados del mundo, pero estoy doradita. Con un poco de ejercicio y estaría ¡fantástica!
Para hoy decidí partir a la isla paraíso de Kho Tao, en la costa este del sur de Tailandia. Bien, porque hoy amaneció nublado y ahora estoy lloviendo. Estoy esperando mi bote para partir, un viaje que incluye un bus desde Krabi y un ferri nocturno para cruzar a la isla. Medio loco saltar de un lado para otro, pero en esa costa el clima debería estar bueno, además que de la playa me aburro rápidamente. Habrá que ir a los sueños comentados, no?
Antonia