Bangkok, la ciudad que no para por nada.
Creo que al chileno le gusta Tailandia porque aquí hay mucho de Chile. Y quieran o no, creo que, físicamente, la gente se parece harto también; las mujeres, con sus atuendos y cortes de pelo escalonado también se asemejan a las chilenas.
Bangkok es caos, tráfico, gente, algo de basura (aunque nunca tanto como en Chile); tiene clima cálido y “lo asiático”, la comida, los olores y el humo de la comida callejera, autobuses viejos coloridos y con suelo de madera, y “tuk-tuk” (motonetas de tres ruedas con un asiento doble en la parte trasera, más grande que los de Indonesia). Los taxis son color rosado oscuro brillante, naranjo oscuro o verde con el techo amarillo. Además, los tailandeses aman Tailandia; las banderitas están por todos lados.
El idioma tailandés es fácil de pronunciar, como el bahasa; entre bahasa indonesio y bahasa malayo hay diferencias pero mínimas, dice la gente; el tailandés es” una ensalada” de letras a la hora de transcribirlo a nuestro alfabeto romano, que da susto… es como si hubiesen inventado las palabras a propósito para confundir la mente. Cabe recalcar que las palabras están creadas por sílabas con acentuaciones independientes… como el chino (me parece a mí); pero en la ultima sílaba suelen poner un énfasis no muy entusiasta, aletargando el sonido al final, como si tuviese la vocal triple o con flojera… ejemplo: kob-kun-ka (lo dicen kob-kun-kaaa). Aquí van algunas frases que he aprendido gracias a un papelito que me regalaron (trascrito a nuestro alfabeto y lectura española): sa-wat-di (hola), di (bueno), mai (no), chai (si), a-roi o a-roai (delicioso), phed (picante), tow-rai (cuanto cuesta), la-korn (chao), ka-ru-na (por favor), nueng (1), song(2), sam (3), si(4), ha (5), hok (6), yed (7), pad (8), gao (9), sib (10), yi-sib (20), sam-sib (30, si-sib (40),..., nueng-roi (100), nueng phan (1000)… Ojalá sobreviva con esto.
Y las sonrisas han aumentado, y la calidez de la gente también. Cuando uno está en la calle, tratando de ubicarse, siempre hay alguien que quiere ayudarte; pero “empelota” un poco el que en el tratar de ayudar “te obliguen” a ir a donde ellos quieren, insistiendo que vayas a éste o aquel buda. El lunes casi me sacó de quicios un tipo que, con lápiz y papel, ya me estaba haciendo el plan completo para mi día… yo tuve que ser medio apática para que, por fin, me dejara en paz para poder avanzar antes que la embajada cerrara.
Con la estación lluviosa, los días se han acortado; normalmente, a las 16:00 hrs ya no hay remedio, el diluvio no permite continuar.
Finalmente mi visa para ir a China la está tramitando una agencia de turismo. No pude, ni con internet, encontrar la forma de llegar a la embajada. Queda lejos. Y viendo precios, resulta que pagué lo que quizá hubiese gastado en locomoción.
Entonces me entusiasmé con la agencia de turismo; tomé un tur por la mañana, para ayer martes, al mercado flotante. Me pasaron a buscar a las 7 am; el bus tardó una hora y media, y luego nos subimos a un bote angosto y largo, color amarillo, en el que uno se sienta casi a ras de piso y entonces el agua llega a media altura del bote. Entonces llegamos al mercado. Desde la orilla miré, saqué fotos como de costumbre y compré a los botes una sopa de fideos y mangos. Había mucho turista, nada atiborrado, pero de todos modos era muy lindo, colorido con tanta cosa a la venta: frutas, verduras, comida, sombreros, bebestibles, chimuchina... los botes de turismo a motor, los locales a remo; las señoras con sombrero circular de paja. Una señora, cada vez que la cámara la apuntaba, enderezaba la columna y ponía su brazo izquierdo en la cintura, como modelando… muy gracioso.
Finalmente mi visa para ir a China la está tramitando una agencia de turismo. No pude, ni con internet, encontrar la forma de llegar a la embajada. Queda lejos. Y viendo precios, resulta que pagué lo que quizá hubiese gastado en locomoción.
¡Comer!... la comida tailandesa es un peligro, incluso más que la india. Es muy variada y, pucha, que rica y barata. Aquí yo viviría para comer. De hecho, para el viernes, mi último día en Bangkok, estoy inscrita en un curso de cocina. En la tarde del viernes me darán mi visa china, que sólo es por un mes, y el sábado “me largo” rumbo norte.
No sólo a mí, a los asiáticos les encanta comer. Hay lugares para comer en todos lados, sobre todo en la tarde y noche, hasta la madrugada. Los buses de recorrido largo siempre consideran al menos 20 min para deternerse a comer; el bus de Chumpon a Bangkok paró a la 1 am ¡a comer!
Ayer martes en la tarde, luego del mercado flotante, “me las di” de exploradora otra vez, y camine y camine… y “la cuenta” me llegó en la noche con un dolor de piernas que “se los encargo”.
Haber venido a Tailandia, y a Asia, tres años atrás, debe haber sido extremadamente barato. Los precios han aumentado mucho y el “bhat” (moneda tailandesa) se ha devaluado cerca de un 25% desde el 2007. Por ejemplo, la entrada al palacio, que costaba 200B, ahora me costó 350B; la del templo del lado subió de 20 a 50B; y el bhat, en vez de 40 esta a 31B por dólar americano. En todo caso, sigue siendo barato el diario vivir, así como la mayoría de las actividades.
Bangkok es entretenido. Puede ser algo estresante; pero para el turista hay mucho que hacer.
El masaje, sin ropa más que calzón, consistía en presiones, seguidas por sobajeos varios, y más presiones finales que secaban el aceite; la espalda primero, la parte trasera de las piernas después; los hombros, un brazo, el otro, las piernas por delante, el pecho, el cuello, el estomago, la nuca, y más espalda... ¡fantástico! Espero que hoy mis piernas estén bien para dormir.
Y si de comida se trata, finalmente probé la fruta “durian”, famosa por ser hedionda. Y sí, es de olor fuerte, un poco ácido, entre piña y chirimoya; por fuera es dura y rugosa, casi con espinas anchas; por dentro, lo que se come que rodea a las semillas, es muy cremoso y suave, extraño; pero de sabor suave, aunque permanece por largo tiempo después de cepillarse los dientes... Nada malo como me habían dicho, ni tan hedionda como para prohibirla en algunos lados.
En Krabi probé el “dragon fruit”, una fruta de piel rosado oscuro, que por dentro es blanca con pepitas negras, casi sin sabor, y un poco ácida y dulce, parecida a la tuna pero como si estuviese un poco inmadura. Mientras el “jampur”, sin ningún “brillo”, tiene sabor a pera que nunca endulzó, y textura como de pera inmadura.
Y ya tengo la guía turística para China; un poco ajeada, de segunda mano, pero ¡lista para octubre!.
Abrazos a todos.
Antonia
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