A aclarar las dudas. No, ya no tengo ampollas en las
manos; con mis ensayos llegué a la conclusión que es o el exceso de calor y
humedad, como mi hermana me dijo, o las galletas que solía comer... o Lombok.
Es que después de Lombok, se me pasó, incluso habiendo vuelto a comer maní. El
calor de los pies volvió una vez más en Bali, cuando comí maní y fui a la
playa, y luego una vez más sin maní pero con playa. Por tanto, será que Lombok
es más húmedo y que el exceso de calor brota por mis pies en las noches cuando
he estado al sol. La galletas no las comeré de ningún modo, pero el maní sí
porque las comidas son muy buenas.
Desde Amed viajé a Culik en la parte trasera de la
moto de la hija mayor de la familia del hospedaje, aprovechando su ida al
mercado; ella está casada con un holandés y viven en Denpasar. Luego tomé un
bemo a Singaraja; como de costumbre, éste trató de cobrarme 400.000rp cuando
sólo valía 30.000rp. Y
luego hice un trasbordo “discutido” y con cara de “pobrecita” para que me
llevaran a un hospedaje en Lovina central y con un precio al menos razonable...
estoy aprendiendo. Sin embargo, no fue hasta que un motorista tomó el mando de
la búsqueda que llegué a donde quería (les dan comisión por llevar a los
turistas).
Lovina es una ciudad turística, pero resultó ser súper
bonita y agradable; me gustó muchísimo. Es conocida por sus delfines. Tiene
playas no paradisíacas, pero bonitas y de arena oscura. Al otro lado del
puente, en la parte no turística, conversé en la tarde que llegué con un balinés
originario de Lovina, pero que vive en Dublín, lo que estuvo bien interesante. Budi,
este amigo que hice, me presentó a sus amigos que tocan guitarra en la playa
todos los días, me mostró el terreno que se compró y la comida de la gente
local... increíble, “mil veces” mejor que la de los restaurantes; tuvimos harta
conversa entretenida durante mi estadía. Pese a mi expectación por probar cosas
diferentes, ir a comer al mercado callejero que alguien mencionó, a donde la
gente local va, no fue de mayor interés.
Al día siguiente de haber llegado a Lovina arrendé una
moto y partí a Batur, la región de los lagos... ¡maravillosa! Con un clima más
frío, pero templado, con árboles más grades y oscuros, limpio, bien limpio, más
“pituquito”, con coronas del inca a los costados de la calle (al ser más frío
son más rojas que en el resto de Bali), arrozales y un mercado con frutas,
vegetales fritos, especias de todo tipo.... una maravilla; ahí sí que no
tendría problemas para vivir. En las orillas de las veredas la gente seca
al sol los clavos de olor y la vainilla, que liberan un olor delicioso. Y yo
dale que dale con la foto; es que si no fuese porque una nube negra me seguía
me hubiese detenido cada cinco minutos para sacar más y más fotos. Al final la
lluvia igual me pilló, pero con menos intensidad que la otra vez.
En la noche, en Lovina, hubo un torneo de voleibol
local, Kalibukbuk Cup III; estaba lleno de gente y de motos estacionadas, todos
fervientes con el entusiasmo. Jugaban la policía v/s locales; los policías
arrasaron, eran muy buenos y con un físico insuperable. Y más tarde jugaba por
la televisión Chile v/s Honduras en el mundial, que no vi porque para entonces
yo estaba en una fogata en la playa con los chicos indonesios tocando
instrumentos y cantando para turistas... y yo metida entre medio.
Ayer fue día de relajo, playa, lectura, ocio y comida
rica. Pero yo, la muy “pava”, dejé las chalas a la orilla del mar cuando me metí al agua, las que después
de un rato tomando el sol... ¡bah! una chala ya no estaba... apareció como 100
metros más allá.
Los atardeceres en Lovina también son muy bellos; no
rojos como en Lombok, pero metálicos amarillentos y calmos.
Hasta la próxima.
Antonia
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