A poco de dejar Hue, estoy transpirada “como bestia”. Por fin tendré la oportunidad de usar las toallitas húmedas que traje, y que he acarreado durante casi cuatro meses, para darme una ducha en seco antes de tomar el bus a Hanoi (pronunciado ha-noi, con la H como en inglés)
Hue es una ciudad muy bonita, con el Song Huong (río Perfume;
huong = río) que divide la ciudad moderna de la ciudad amurallada, y por donde
navegan tranquilamente embarcaciones pequeñas y botes que pescan.
Hue fue la capital de Vietnam desde 1802 hasta 1945, y tuvo 13 emperadores de la dinastía Nguyen. Algunos de sus templos son parte del patrimonio de la UNESCO, como la Citadel y la pagoda Thien Mu.
Hay caos, sí, pero también muchas áreas verdes donde se
puede encontrar paz y relajarse bajo la sombra. La gente, una vez más, es muy
amable y respetuosa. Es como “estar en casa”; nada es muy perfecto, pero uno se
siente bien... o yo me siento bien aquí.
Las casas son muy coloridas. No hay edificios (tampoco en
Hoi An). La luz del atardecer es fenomenal, sobre todo en la zona del río, con
tonos dorados que se reflejan en las ventanas de las casas y el agua.
Cuando llegué a Hue, a medio día del día sábado, el bus paró delante de un hotel. Los famosos “scam”; está todo arreglado para que las personas se queden en ellos; pero dada la “oferta”, no lo dudé. Una pieza limpia, como hace tiempo no veía, con televisión, baño privado e incluso ¡tina!, por sólo US$5.
Arrendé una bicicleta y fui trás la pagoda famosa, Thien Mu, a 5 km del centro de la ciudad. La entrada era gratuita, pero la gente, aprovechando la oportunidad de negocio, no permite estacionar sin pagar o consumir, así que decidí probar el jugo de caña de azúcar que el negocio vendía... refrescante, con algo de limón, ¡maravilloso para una tarde asoleada!
Mi primera impresión de la pagoda, desde la escalera por donde se accede, fue “bonita, pero nada más”. El punto fue que los jardines y el templo que estaban atrás tenían una tranquilidad y belleza fenomenales. Casi me quedé toda la tarde allí; de haber tenido una mantita me hubiese quedado a un picnic. Y es que el budismo es la religión principal en Vietnam (si es que hablamos de religión); los niños y jóvenes estudian o viven en estos templos, no visten trajes color naranjo como en Tailandia, Cambodia o Laos, sino celeste o café oscuro, y la cabeza la tienen rapada con un mechón largo de pelo en la chasquilla que cuelga hacia un lado de la cara; mientras las mujeres usan el pelo rapado o largo. Jamás vi mujeres buda en los paises vecinos.
Cuando llegué a Hue, a medio día del día sábado, el bus paró delante de un hotel. Los famosos “scam”; está todo arreglado para que las personas se queden en ellos; pero dada la “oferta”, no lo dudé. Una pieza limpia, como hace tiempo no veía, con televisión, baño privado e incluso ¡tina!, por sólo US$5.
Arrendé una bicicleta y fui trás la pagoda famosa, Thien Mu, a 5 km del centro de la ciudad. La entrada era gratuita, pero la gente, aprovechando la oportunidad de negocio, no permite estacionar sin pagar o consumir, así que decidí probar el jugo de caña de azúcar que el negocio vendía... refrescante, con algo de limón, ¡maravilloso para una tarde asoleada!
Mi primera impresión de la pagoda, desde la escalera por donde se accede, fue “bonita, pero nada más”. El punto fue que los jardines y el templo que estaban atrás tenían una tranquilidad y belleza fenomenales. Casi me quedé toda la tarde allí; de haber tenido una mantita me hubiese quedado a un picnic. Y es que el budismo es la religión principal en Vietnam (si es que hablamos de religión); los niños y jóvenes estudian o viven en estos templos, no visten trajes color naranjo como en Tailandia, Cambodia o Laos, sino celeste o café oscuro, y la cabeza la tienen rapada con un mechón largo de pelo en la chasquilla que cuelga hacia un lado de la cara; mientras las mujeres usan el pelo rapado o largo. Jamás vi mujeres buda en los paises vecinos.
Como la batería de mi cámara estaba casi “muerta”, decidí
rondar la ciudad sin ir a la Citadela. Hue es perfecto para andar en bicicleta,
aunque de vez en cuando me sorprendí en avenidas con varias calles convergentes
donde uno transita entre todo tipo de vehículo; pero finalmente uno continua
como si nada.
Ayer domingo tomé el tur DMZ (Demilitarised Zone) para ver
los tunes de la guerra. Un tur de ¡12 horas!, porque más que ver se necesita viajar
en bus. La DMZ es una zona que divide el norte del sur del país; está en el río
Ben Hai. Viet nam (que son dos palabras) es como Chile; largo y delgado. Esta
zona fue, entre 1954 y 1956, el límite entre un país dividido, con los
comunistas en el norte y los anti-comunistas en el sur. En el sur se
asentaron los franceses y luego los estadounidenses y demás extranjeros
con quienes Vietnam estubo en guerra; guerra que duró entre 1954 y 1975.
En fin, la historia me tiene “loca”, porque nunca supe
nada... ¡que verguenza! Finalmente no hubo mucho que ver en el tur, porque todo
estaba destruido. Ver el paisaje fue bueno, con muchas montañas y una costa tremendamente
hermosa, con playas desoladas blanco reluciente y mar azul.
El bus nos llevó hasta el puente Dakrobg, donde hay un
monolito en recuerdo de los caminos hechos por los vietnamitas a lo largo del
país; los caminos eran para contactar, a pie, el sur con el norte del país,
para trasladar cosas y así evitar depender de la ayuda economica de extranjeros.
Estos trayectos no son visibles en la actualidad, a menos que se camine mucho y
con riesgo de encontrarse con minas; Vietnam tiene muchas zonas minadas que
tiene tierras sin cultivar, por miedo a alguna detonación; aún ocurre un
promedio de 20 explosiones por año.
Más tarde fuimos montaña arriba, a 20 km del límite con Laos, hasta
la base de combate americana, en Khe Sanh, donde una vez más no puede verse
mucho, ni siquiera el paisaje; han hecho un museo (harto mediocre) con algunas
de las cosas que usaron los estadounidense durante la guerra, para imaginar
este valle que escogieron como lugar estratégico. Este lugar era ideal para la
guerra, y el ejercito estadounidense era muy fuerte; pero el error del lugar
fue que durante la epoca húmeda la lluvia es muy intensa y la neblina impide
ver más allá de un metro.
Y finalmente lo que queria ver, los túneles de Vihn Moc, a
110 km de Hue. Es impresionante lo que el ser humano es capaz de hacer “en la
adversidad”. Actualmente las entradas están limpias y abiertas, pero solían estar
camufladas entre bambúes. Los túneles, con más de 2 km, están en tres niveles
de profundidad; uno a 12 metros, otro a 15 y un último a 23 metros para
almacenar (porque la humedad es mayor); servían a 250 personas, con cubículos pequeños
como dormitorios de las familias, uno de maternidad, dos para extraer agua, un
baño y una sala común donde tenían eventos. Durante el día la gente solía subir
a la superficie. También se pueden ver túneles abiertos a raz de piso, como
canaletas, por donde caminaban e incluso andaban en bicicleta, y desde donde disparaban.
Las paredes de los túneles son de arcilla pesada, separadas por 30 metros del
mar (las más cercanas) y por lo tanto algunas paredes tienen una canaleta en la
parte inferior para que corra el agua que percola. ¡Fantásticos los tunes!
aunque un poco claustrofóbicos, con entre 1,6 y 1,9 metros de alto (más grandes
que los de los alrededores de Saigon) y algo fríos. Fueron construidos en 20
meses.
Hoy arrendé una bicicleta para ver la Citadela, la ciudad amurallada. Rodeada por agua, uno tiene que cruzar puentes para ingresar. Allí vive gente común; pero en una zona más central, otra vez amurallada, está el “Claustro imperial”, con la “Ciudad prohibida morada”, donde vivía el emperador.
Esta citadela está aún en reconstrucción, pues fue
bombardeada durante la guerra; pero uno puede apreciar mucho de lo que hubo. Es
bonita; tiene decorados chinos por todos lados. Los comentarios dicen “es una
miniatura de la Ciudad Prohibida de China”... habrá que ver; pero, al
menos, esto me gustó.
Más tarde intenté ir a una villa y a templos más lejanos,
pero el sol abrasador y las subidas y bajadas del camino hicieron que desertara
mi pedaleo. El día, muy soleado, estuvo más seco que de costumbre; era como
andar en bicicleta bajo el sol de Curicó a medio dia de enero... ¿quién hace
eso?, una turista medio tarada como yo, aunque nunca lo hice en Chile.
Y eso por Hue. El tren al norte no lo tomo porque vale tres
veces lo que cuesta el bus; me voy en bus.
Lo único que puedo decir, para finalizar, es que los asiáticos
me tienen impresionada. Los admiro infinitamente. Han pasado guerras tremendas en
las que han luchado con fiereza por mantener su independencia y característica
cultural. Y siguen siendo bondadosos y sonrientes, adaptándose al occidente que
los visita. Parecen no tener reglas, como en latinoamérica cuando se trata de
manejar, por ejemplo; pero son extremadamente pacientes y perseverantes...
tenases, duros... “guerreros” sin duda, adjetivo que en Chile usamos
para mofarnos de otros, pero que hoy se convierte en una cualidad digna de
mi admiración.
Ojalá todos hayan tenido unas fiestas ¡preciosas!
Antonia
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