Ayer en la noche llegué a Bali. Justo antes de
aterrizar leí, rápidamente en mi guía de viaje, las alternativas de a dónde
podía ir; Ubud parecía mi opción (“herencia del hinduismo balinés con un templo
en cada esquina… (Y aunque se ha convertido en la víctima de su propio éxito)
lejos del centro hay muchas esquinas tranquilas, un comercio y programas de danza y de música excepcionales”). Una vez
en el aeropuerto, pregunté por las alternativas reales y los precios de
traslado; como era más tarde que las 19 horas (19:30 horas) y estaba oscuro, ya
no había más que taxis para trasladarse, lo que me saldría muy caro para llegar
tan lejos como Ubud.
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Kuta 50.000 rp
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Denpasar 60.000 rp
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Ubud 195.000 rp
Entonces, vi una pareja de chicas rubias; me les
acerqué, presenté y pregunté que a dónde iban para unirme a ellas.
Así fue como
partí rumbo a Kuta, a donde no quería (“ciudad de vacaciones dedicada a la
diversión y al sol… laberinto de calles angostas con bares, hospedajes básicos
y comercio barato…prepárese para mucha atención de vendedores y un batallón de
falsificadores”); sin embargo, las suecas resultaron ser bien simpáticas, por
lo que, además del taxi, compartimos la pieza de un hotel para reducir gastos.
El taxi nos dejó en el centro de la ciudad; desde allí
caminamos por JI Buni Sari en busca de “Kedin´s”, en el barrio “Poppies Gang”,
pero terminamos en “New Arenas” pagando más de lo pensado, 100.000 rp cada una
por una habitación triple, buena aunque no por el baño que tenía un ratón.
En “Poppies Gang” por unos 25.000 rp había mucho para
comer, así como servicios de transporte. Aun cuando era de noche, Kuta se veía
caótica, fea y con mucha gente y autos, por lo que compré, inmediatamente, el
pasaje para mi destino siguiente: Ubud. Como había leído que en Asia todos los
precios se regatean, logré disminuir el valor del pasaje de 60.000 a 45.000rp.
En la mañana, me levanté más temprano para mirar un
poco de Kuta; encontré en muchas aceras, frente a entradas de locales, pequeños
canastitos hechos de hoja de palmera rellenos con arroz de colores, flores e
inciensos que pronto averigüé se trataban de ofrendas para los santos. Luego esperé
en el hotel al “shuttle” que saldría a las 11 am y llegaría en una hora a Ubud.
Desde un jeep, un hombre me llamó para que me subiera; no parecía un “shuttle”.
Dentro iban dos turistas canadienses, así que me subí. Entonces fuimos hasta un
sitio baldío para un trasbordo, pues “viajaríamos en un bus grande”. Lo que yo
llamaría “bus grande” resultó ser un “minibús” (o shuttle), que salió del sitio
adelantando y retrocediendo sucesivas veces para no pasar a llevar las paredes
de las calles al doblar, pues eran extremadamente angostas. Entonces, el “bus
grande” se metió en otro callejón para buscar a otro pasajero, luego se
estacionó unos 15 minutos al costado de una de las vías principales a esperar a
otro jeep con dos personas más, y más allá lo repitió pero en el sentido
contrario del tránsito.
30/5/2010: US$10 + 121.000rp (US$10 bebidas
aeropuerto; 3.000rp agua; 18.000rp taxi aeropuerto a Kuta; 100.000rp
alojamiento triple)
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